martes, 28 de enero de 2014

Cuento solidario "No me gusta la verdura"

Esta obra, la primera que escribe, tiene un carácter solidario y los cinco euros que se ingresan por la venta de cada ejemplar se destinan a la construcción de un colegio en Bangladesh. En una conversación con La Tribuna, Alonso detalla que el relato se escribió hace ya un tiempo a partir de una experiencia muy cercana. «Mi madre tiene un comedor escolar y de ahí surgió la inspiración», comenta. La trama se centra en una pandilla de niños que deciden ayudar a construir un colegio de Bangladesh. Al mismo tiempo, uno de los protagonistas es reticente a comer determinados alimentos un problema que supera en paralelo a su implicación en la campaña solidaria.

La obra tiene otro valor añadido: «Los niños son los que han realizado las ilustraciones», recuerda el autor literario. El 50 por ciento de los dibujos que iluminan las 40 páginas del libro han salido de colegios de Castilla-La Mancha y la otra mitad «gracias a la ONG Solidad Educación y Desarrollo (SED) formada por los maristas», a través de la que se han recopilado dibujos de diferentes colegios de toda España regentado por esta orden precisa Alonso.

En cada uno de los centros implicados en estos proyectos sólo tenían ocasión de leer el párrafo sobre el que tenían que trabajar, pero a través de la misma página web de la empresa www.globalgestioninnovation.com también podían conocer a los personajes y sus principales características. De esta forma, la pluralidad de enfoques de los dibujantes, coinciden en los rasgos que identifican a los personajes. A juicio de Pablo Alonso, «ha quedado una cosa bastante graciosa».

La edición se ha sufragado desde Global Gestión, aunque Alonso se resta mérito al señalar que su empresa «siempre ha tenido un fuerte contenido social», lo que se ha plasmado en su colaboración con distintos colectivos.Todo lo obtenido con la venta del cuento solidario irá a parar a la construcción de un centro educativo que los Hermanos Maristas y la ONGD SED están llevando a cabo en las plantaciones de té de Bangladesh.

Fuente: latribunadeciudadreal.es